Crisis en la industria de electrodomésticos: importaciones frenéticas, plantas paralizadas y empleo en caída

La industria de la línea blanca atraviesa uno de sus momentos más críticos de las últimas décadas. El derrumbe comenzó con el cierre de la planta de Whirlpool, que dejó a más de 200 trabajadores afuera, pero el conflicto se volvió un fenómeno generalizado: la llegada masiva de electrodomésticos importados tras la eliminación de los mecanismos de protección golpeó de lleno la estructura productiva local y dejó a las empresas sin margen para competir.

El mercado, que emplea a unas 15.000 personas, se enfrenta a una tormenta perfecta. Las proyecciones privadas advierten que, si la tendencia continúa, el desempleo industrial podría aumentar hasta un 10% entre fines de 2025 y el primer semestre de 2026. El llamado "costo argentino", que encarece los productos nacionales frente a los fabricados en Asia, agrava aún más la brecha: una heladera hecha en el país puede costar hasta 40% más que una importada.

En este contexto, firmas como Peabody, Electrolux y Mabe avanzan con recortes, suspensiones y reubicaciones internas. Peabody ya desvinculó a 15 empleados; Electrolux opera al 50% de su capacidad y mantiene un esquema de suspensiones rotativas para 400 operarios; y Mabe decidió trasladar su planta cordobesa, lo que dejó unos 50 trabajadores fuera del sistema.

Mientras tanto, las ventas minoristas muestran una paradoja: el consumo de productos importados sube impulsado por precios más bajos. Un informe de Nielsen IQ detectó un incremento del 72% en la venta de lavarropas entre enero y octubre. El precio promedio cayó 20,4%, y el público volcó su demanda hacia estos modelos, sostenida por promociones bancarias y planes de financiación.

Sin embargo, ese crecimiento no beneficia a la industria nacional: por el contrario, refuerza la dependencia de bienes importados y profundiza la crisis. La imposibilidad de exportar más del 2% al 5% de la producción deja a las fábricas sin salida, atrapadas entre la caída del mercado interno y la competencia extranjera.

Lo que se observa hoy no es solo un problema coyuntural, sino un proceso acelerado de desindustrialización, con cientos de empleos en riesgo y plantas que analizan cierres definitivos. La avalancha importadora, lejos de ser una oportunidad para el consumidor, amenaza con desmontar un sector clave para el entramado productivo argentino.